Una profesión con vocación, enfermería celebra su día

Todos los años, se celebra el 12 de mayo  el Día Internacional de la Enfermería, en honor a Florence Nightingale, a quien se le atribuye la definición actual de la enfermería y de la aplicación de las matemáticas a la epidemiología.

La enfermería es una profesión profundamente vocacional, muy vinculada al cuidado del paciente en todos los estadios de la atención, en su recorrido dentro de un hospital, desde la atención en urgencias, consulta, ingreso hospitalario, área quirúrgica, cuidados críticos (UCI), parto, hasta la educación para la salud comunitaria, administradoras del recurso humano y planificadoras, entre otros.

El papel que le da más sentido a esta profesión, según la Lcda. Marilu de Ortega, enfermera de Epidemiología  de la ULAPS «Prof. Carlos Velarde», es “el contacto permanente con el paciente, es lo que da sentido a mi vocación , teniendo en cuenta la realidad integral de la persona, sus necesidades, fortalezas, temores y su visión de la vida”.

Ortega, enfermera con 38 años de trayectoria, cuenta que “son muchas las satisfacciones recibidas a lo largo de estos años; aunque el camino no ha sido fácil he tenido que enfrentar dos eventos que han puesto a prueba mi vocación, momentos decisivos en los que sale a flote nuestro compromiso, responsabilidad y entrega a los más necesitados, y sobre todo momentos en que no tengo dudas que escogí la profesión que siempre quise desempeñar y que volvería a elegir si tuviera que hacerlo”.

La licencia Ortega recuerda el año 1989, un 20 de diciembre en el que se dio la invasión a Panamá, tiempo en el que laboraba en el cuarto de urgencias de la Policlínica «Manuel María Valdés», y sabiendo que en las calles se desarrollaba una conmoción por lo acontecido, no dudó en presentarse a su puesto de trabajo a cubrir su turno, a pesar del riesgo que significó caminar por las calles del barrio Paraíso, portando solamente como protección su uniforme blanco y su cofia, distintivo mundial de la profesión de enfermería.

En el 2020​, la pandemia pone nuevamente a prueba su compromiso y saca lo que para ella es lo más importante, el amor por sus pacientes. 

La pandemia nos cambio a todos, yo he vivido esta pandemia desde dos ángulos, la primera en mi posición de enfermera y la segundad como paciente, pues fui contagiada por el virus SARS-Cov-2.

En una tengo la satisfacción de haber apoyado a los enfermos y en la otra pude recibir los cuidados de mis colegas y demás personal, mientras el virus me mantuvo en una sala de hospital.

En mi posición como enfermera, conté con el apoyo de mi compañera de trabajo, la Lcda. Maribel Valdés y las técnicas en enfermería y asistentes clínicas. Todas con temores, pero al frente en la atención de los pacientes que llegaban en busca de ayuda, a quienes se les realizaban los hisopados, ellas estaban allí, llegaban todos los días al trabajo, a pesar de sus miedos por contagiarse.

Representando para mí un año difícil, pero todas sacaron la mejor calificación, pues no existe un cien por ciento que pueda calificar justamente ese compromiso por el cumplimiento del deber que demostró el personal de enfermería y demás colaboradores de la Ulaps.

En este tiempo de pandemia, las enfermeras monitoreamos a los pacientes hisopados en la Ulaps, les llamábamos a sus casas para darle el resultado de su prueba, luego diariamente, mientras duró su cuarentena les llamábamos para darle indicaciones, saber cómo se encontraban, brindarle apoyo moral y espiritual, ya que con más de uno oramos por su salud.

Fueron más de 500 pacientes entre asegurados y compañeros de trabajo de esta unidad y de otras instalaciones, todos se recuperaron y todos pasaron su convalecencia en sus hogares. Ese primer año de pandemia fue muy difícil y este presente año, aunque aun en pandemia, nos regala esperanza de que juntos, personal de salud y ciudadanos, logremos controlar el virus, con disciplina, perseverancia, fe en Dios Todopoderoso y mucha hermandad.

En esta fecha apelo a que las personas reconozcan el verdadero valor de nuestra profesión que todos debían reconocer siempre, en ésta celebraciones es positivo reflexionar sobre el valor de la enfermería sobre nuestro rol junto al que sufre y sobre nuestras creencias religiosas que nos sostiene para poder ser fuertes y aun bajo la amenaza de contagio, a pesar de los peligros a los que nos exponemos continuamos confiando en que Dios nos sostiene y está con nosotras en la atención del que sufre .

Aprovecho para felicitar a mis compañeras enfermeras, que laboran en las distintas unidades médicas del país; que no se desanimen si no reciben un homenaje o reconocimiento por su trabajo, pero tengan por seguro que Dios se lo recompensará, Feliz Día Internacional de la Enfermera.

Nota / Fotos: Rina Rodríguez de Subía