Médicos internos: profesionales en crecimiento

Dejar de lado reuniones familiares, dormir poco o enfrentarse a situaciones estresantes son algunos de los  sacrificios que hacen a diario los médicos en formación, igual que un médico en ejercicio.

Explica el Dr. Pedro Castrellón, director médico de la Unidad Local de Atención Primaria de Salud ULAPS ‘Lastenia Canto Solís’, de la Caja de Seguro Social (CSS), ubicada en el distrito de Capira, que un interno es el doctor que luego de concluir la carrera universitaria, pone en práctica todo lo aprendido, de forma supervisada y durante dos años, en los hospitales y en instalaciones de salud más pequeñas.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, por cada 10 000 habitantes, se necesitan cerca de 23 médicos, enfermeras y parteras para cuidar la necesidad de salud de la población.

En Panamá, según  la Contraloría General de la República y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, en el 2015 existían 6254 médicos; 2500 en el Ministerio de Salud, 2812 en la Caja de Seguro Social y 942 en otras entidades.

«Son muchas las comidas que nos saltamos y no hay casi nada de tiempo para  dormir o compartir con familiares y amigos», mencionó con jocosidad el Dr. Joel Ríos, interno en la ULAPS de Capira.

Para el Dr. Ríos, quien se encuentra en el segundo año de su internado, la profesión de la medicina tiene, en partes iguales, vivencias muy satisfactorias pero también tristes.

«He tratado pacientes que llegan al hospital en estado realmente crítico, se recuperan y luego agradecen mi intervención para salvarles la vida», compartió.

Por otro lado, relata que, en su experiencia, tuvo la oportunidad de atender a pacientes que, a simple vista, no mostraban su verdadera condición  (sumamente delicada), «eran esas personas que aparentaban estar bien, se movilizaban y parecían tener una vida normal, entre comillas, con los que entablaba conversaciones amenas y cordiales y a los pocos minutos o días fallecían».

El primer año de docencia hospitalaria lo realiza el médico interno en un nosocomio, generalmente de tercer o cuarto nivel  complejidad, como el Hospital Santo Tomás o el Complejo Hospitalario «Dr. Arnulfo Arias Madrid», en el área metropolitana; o bien, en provincias: Colón (Dr. Manuel Amador Guerrero), el hospital de David, Aguadulce, etc.

La práctica de segundo año incluye continuar por unos meses con los trabajos dentro de un hospital situado en el interior del país -apunta el director- que en este caso se les puede enviar a zonas apartadas de Bocas del Toro, Veraguas o Chiriquí; por ejemplo, al hospital de Puerto Armuelles, que son hospitales de segundo nivel.

Por su parte, la Dra. Elaine Lasso, interna, categoría 1, expresa que para ella la experiencia es única e irrepetible, «existen cosas que me gustaría volver a vivir, como la primera vez que practiqué un procedimiento o asistí a un parto; no obstante, hay circunstancias que te marcan de manera negativa, como cuando falleció mi primer paciente y tuve que darle la noticia al familiar. Ver la tristeza reflejada en su rostro y escuchar su llanto, eso es definitivamente difícil, nada te prepara para eso».

Agrega la doctora que en el internado se aprende con las experiencias de los galenos con mayor jerarquía, de los residentes, de los familiares y los pacientes.

“En esta profesión no cuentan el síndrome de desgaste -frecuente en los médicos- o las situaciones incómodas con la familia o en el ambiente laboral, más que aprender a lidiar con las enfermedades; crecemos como profesionales, pero más como seres humanos», concluyó.

Nota de prensa y foto: Edda Nereira