Violencia doméstica versus el derecho a vivir en paz

La violencia doméstica ejercida contra la mujer y cualquier miembro de la familia constituye un grave problema de salud pública a nivel mundial y una violación de los derechos humanos.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de una de cada tres mujeres en el mundo (30%) ha sufrido violencia física y/o sexual, la mayor parte de las veces por parte de su pareja.

Según la Lcda. Itzel Alvarado, jefa del departamento de psicología de la policlínica “Dr. Gustavo A. Ros”, las causas de este mal son complejas y pueden estar relacionadas con factores sociales, culturales, psicológicos y económicos.

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“Cuando las personas han crecido en ambientes violentos, siendo testigos de maltratos, pueden repetir estos patrones”, agregó. También mencionó que “el estrés laboral, familiar y las dificultades económicas pueden contribuir a desencadenar episodios de violencia, pero existen otros factores como los trastornos psicológicos y psiquiátricos, además de las relaciones de desigualdad”.

Adicionalmente, existe una relación entre la violencia doméstica y el abuso de sustancias como el alcohol y las drogas. Muchas veces, el consumo de sustancias puede desinhibir comportamientos violentos y, a la inversa, la víctima de violencia puede recurrir a las sustancias como una forma de escape o para lidiar con el dolor emocional.

Karina Villamil, psicóloga clínica de esta unidad, explica que el abuso puede derivar en adicciones, trastornos de ansiedad, depresión y baja autoestima. Alvarado agregó que los trastornos de comportamiento y las dificultades para establecer relaciones saludables pueden perpetuar el ciclo de violencia en futuras generaciones y, en casos graves, incluso pueden llevar a la muerte.

¿Qué hacer cuando se es víctima de violencia doméstica?

La Lcda. Alvarado enfatiza que “lo más importante es buscar ayuda; las víctimas deben saber que no están solas y que existen recursos disponibles como líneas de atención de emergencias, refugios y el apoyo psicológico que ofrecen las entidades de salud”. También es esencial documentar los abusos y, si es posible, alejarse del agresor para garantizar la seguridad. La denuncia a las autoridades es otra opción, pero depende de cada caso y de la seguridad de la víctima.

El Programa de Salud Mental de la policlínica “Dr. Gustavo A. Ros” es multidisciplinario, con la participación de psiquiatras, psicólogos, enfermeras y trabajadores sociales. El apoyo de estos especialistas es vital para ayudar a las víctimas de violencia.

La Lcda. Edith Wing, trabajadora social de esta unidad, explicó que “regularmente damos orientación y asesoría; si encontramos una situación de conflicto, negligencia, maltrato o riesgo social, debemos remitir la información a las autoridades pertinentes para que actúen. Somos una vía para que los afectados tengan conocimiento de lo que pueden hacer”.

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¿Cómo ayuda la terapia psicológica a las víctimas de violencia doméstica?

La terapia psicológica es fundamental para las víctimas, ya que les ayuda a comprender y procesar el trauma, reconstruir su autoestima y aprender estrategias para lidiar con las emociones y mejorar la toma de decisiones. También puede ayudar a romper el ciclo de abuso, tanto para las víctimas como para los agresores. En casos de dependencia por consumo de sustancias, la terapia puede ser un espacio seguro para abordar la raíz del problema.

El Departamento de Salud Mental de la policlínica “Dr. Gustavo A. Ros” cuenta con un programa de terapia grupal para dependencia química (alcohol o drogas), muchas veces relacionada con la violencia intrafamiliar. Este programa aborda tanto el abuso de sustancias como los aspectos emocionales que suelen acompañar este tipo de adicciones, como los conflictos familiares o de pareja que pueden derivar en violencia intrafamiliar.

La violencia contra la mujer y la violencia doméstica en general se pueden prevenir. La Caja de Seguro Social, a través de su policlínica especializada en David, Dr. Gustavo A. Ros, como parte importante del sector sanitario, mantiene un espacio vital para proporcionar atención integral a las víctimas de este tipo de violencia y les ofrece una puerta de entrada a otros servicios de apoyo que puedan necesitar para salir del círculo y recuperarse de los efectos traumatizantes de este flagelo social.

Nota: Yolanda Sánchez Pittí