La rebeldía de las extremidades por culpa del Guillain-Barré

Un buen día, mientras Carlos Iván Jaén Sanjur, trabajaba de conductor para una veterinaria en Pedasí las piernas se le durmieron., Por segundos pensó que sería pasajero por una mala postura.

A los días, el problema fue repetitivo, su cuerpo también se ponía frío; al punto de que su jefe determinó no ponerlo en riesgo y cancelarle la función. También le insistió de ponerse en manos de un médico.

Con el paso de los días, no solo se le dormían las piernas, sino que también tenía dificultad para ir al baño, enfriamiento en las extremidades inferiores, presión alta y mareos. Sus días ya no eran iguales y su movilidad empezó a desmejorarse.

En 2007 empezó su travesía por el hospital Joaquín Pablo Franco Sayas, en la ciudad de Las Tablas, donde reside; tras una serie de estudios determinaron su hospitalización en el Complejo Hospitalario «Dr. Arnulfo Arias Madrid».

Un análisis exhaustivo  de neurocirujanos y de medicina interna observaron que a Carlos se la había inflamado la médula, y la comunicación neurocerebral estaba obstruida con un encubrimiento de la función lumbar. Le diagnosticaron polineuropatía desarrollada (síndrome de Guillain-Barré).

Su punto más crítico, producto del síndrome,  fue cuando solo podía mover la cabeza. Estabilizado, y con una   serie de medicamentos, Carlos fue trasladado al hospital Hogar de la Esperanza, en Veracruz para rehabilitación.

El síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad que produce trastornos autoinmunes de parálisis progresiva en las extremidades y que ataca el sistema nervioso periférico.

Es una enfermedad degenerativa en el que los músculos no responden a las señales del cerebro y produce la paralización casi completa del cuerpo. La rehabilitación incluye tratamiento médico y físico.

Recuperación

Luego de varios episodios en coma y con respiración asistida,  Carlos comparte que, gracias al compromiso del personal que labora en el hospital Hogar de la Esperanza, la evolución de los pacientes es satisfactoria.

‘Hay una gran empatía que hace que la estadía sea buena, te enseñan a aceptar tu enfermedad, reinsertarte y ser proactivo, pese a tus limitantes’, comparte mientras termina de hacer sus rutinas de rehabilitación en casa.

Luego de un año de hospitalización, en abril de este año  y por la pandemia fue dado de alta. Ahora, con 37 años, padre de tres niñas, pensionado a causa del síndrome, pasa sus días con apego a la vida, valorando cada minuto pese a su escasa movilidad, que logra con la ayuda de una andadera.

‘Todos los días hago mis terapias y sigo al pie de la letra un coctel de medicamentos, entre ellos corticoides; el trabajo psiquiátrico y de rehabilitación que hicieron en el hospital es, sin duda, la fuerza motora que le enseña a uno a aceptar la enfermedad, pero sin desmayar, es un trabajo integral’.

‘Todos podemos caer en discapacidad, por múltiples razones, hay que ser empáticos’, concluyó.

“Son muchos los testimonios que dan fe del trabajo, es hora de cambiar el concepto de que somos una instalación para la tercera edad o de psiquiatría como tal; y no es así. Aquí se hace un trabajo muy bonito que da esperanza de vida  aquellos que han tenido alguna dificultad motora”, dice el Dr. Juan Carlos Pérez, director médico de la unidad.

Agregó que en la instalación ofrecen un servicio integral para que el paciente que ingresó para el proceso de rehabilitación también sea reinsertado a la sociedad a través de una plaza de trabajo.

Nota de prensa: Gilberto Soto