Héroes en la pandemia: Erika Perdomo
Las epidemias son consideradas emergencias sanitarias en las que las personas ven amenazada no solo su integridad física sino, también, la psicológica, y la COVID-19 no es la excepción.
Al iniciar esta pandemia se desconocía mucho acerca del nuevo coronavirus, y al haber una gran cantidad de personas enfermas y falleciendo, empezaron aparecer cuadros de estrés y ansiedad por la preocupación a contagiarse, e incluso temor a la muerte.
Diferentes situaciones eran experimentadas por las personas, tanto como los que no estaban contagiados, los contagiados y sus familiares, así como pacientes que se encontraban hospitalizados sin ningún tipo de contacto con su familia, y al ver lo que sufrían sus vecinos de cama, aparecía el llamado estrés comunitario.
Esto trajo una urgente necesidad de crear un programa de apoyo y soporte a un gran número de personas que por esta situación empezaron a desarrollar trastornos de adaptación. Y es en estos momentos complicados cuando surgen héroes sin capas que, por encima de sus miedos, anteponen la salud de sus pacientes y se convierten en verdaderos agentes de cambio.
La psicóloga clínica Erika Perdomo, de la Policlínica “Dr. Carlos N. Brin” explicó que inicialmente la llamada para informar los resultados de la prueba de COVID-19 era realizada por un médico epidemiólogo. Eventualmente, se tomó la decisión de que ella participara realizando intervenciones en los casos que fuera necesario, y posteriormente realizando soporte a los pacientes.
«Al momento de esta llamada se le evaluaba al paciente haciendo triage psicológico, para ver el estado de su salud mental, si se encontraba estable o si necesita abordaje, ofreciéndole estrategias para hacerle frente a la situación, así como referirlos a un médico psiquiatra, en caso de requerirlo», reveló Perdomo.
Durante el primer abordaje se realizaba una evaluación del grado de vulnerabilidad psicosocial e historia clínica, con lo cual se definía el grado de prioridad de las intervenciones, sean altas, medias o bajas, según las guías de salud mental de catástrofes y emergencias de la OMS.
También, se llamaba a los familiares de los fallecidos para darles terapias y soporte de duelo.
«Las consultas a distancia se realizaban vía telefónica, de lunes a domingo, incluso muchas veces desde mi propio equipo celular, en fechas especiales de celebración, aunque no estuviera de turno ni en la policlínica, llamaba a los pacientes porque entendía lo que podían estar experimentado en esos momentos», manifestó Perdomo.
Los niños y adolescentes solían hacer cuadros leves y no se sentían tan amenazados; por otro lado, los adultos mayores, las personas con hipertensión y los que sufren de diabetes o de otras enfermedades crónicas, sí sentían mucho temor, ansiedad y tenían que ser atendidas con mucha prioridad.
«Luego de poner en marcha esta práctica, la Coordinación Nacional me solicitó un protocolo de intervención psicológica ante la pandemia, junto a un sistema de evaluación y perfil básico de personalidad casic, que se utiliza para saber con qué recursos cuenta el paciente de personalidad, como criterios de afrontamiento general, para poder hacer frente a las situaciones de estrés», añadió Perdomo.
Este manual fue utilizado para elaborar, en conjunto con la OMS, ONU, OPS y Ministerio de Salud, el protocolo de intervención psicológica a nivel nacional.
«Son momentos que nunca olvidaré. Recuerdo el primer fallecido, la señora estaba hospitalizada junto con su hijo, y cuando menos lo esperábamos la señora falleció, fueron minutos muy tristes, pero aun así el hijo estaba muy agradecido por contar con nuestro apoyo. También se me viene a la mente el caso de una señora que estuvo 40 días en cuidados intensivos, cuando despertó estaba desorientada, no recordaba porque estaba allí, por lo que tuvimos que realizar con ella psicoterapia para el estrés postraumático, ya que reexperimentaba sensaciones, incluso en las noches escuchaba los aparatos a los que estuvo conectada, por mucho tiempo tuvo secuelas físicas, pero ya encuentra mejor», concluyó Perdomo.
La COVID-19 está dejando secuelas físicas como problemas de movimiento muscular y en las articulaciones, y secuelas neurológicas como problemas de memoria y de atención.
Desde el inicio de la pandemia más de tres mil pacientes positivos de COVID-19 recibieron esta consulta a distancia, además se le daba un seguimiento muy cercano al personal médico, ya que la presión, ansiedad y miedo, sumado al cansancio también los afectaba.
La ansiedad, depresión, trastornos de adaptación o adaptativos y síndrome de estrés postraumático son unos de los más diagnosticados en esta epidemia.
Nota: Jean Carlos González Remond