Importancia de la hidratación en niños y adolescentes

En las últimas décadas, muchas investigaciones han demostrado una asociación entre la ingesta de agua y la buena salud, despertando el interés de la comunidad científica y profesionales de la salud pública, si bien es beneficioso mejorar nuestra alimentación en la edad adulta, concentrarse en la adquisición de hábitos de hidratación y consumo saludables en los niños puede resultar una estrategia más sostenible y exitosa para la prevención de riesgos para la salud.

El consumo adecuado de agua es fundamental para conservar un adecuado equilibrio hidroelectrolítico y una temperatura corporal estable. En los seres vivos se debe lograr un equilibrio entre la ingesta de líquidos y las pérdidas, a través del sudor y la orina en mayor grado, y de las heces y respiración, en menor grado.

No toda el agua que se ingiere diariamente proviene de los líquidos; aproximadamente, un 25 % proviene de alimentos sólidos, el agua es uno de los principales componentes de nuestro cuerpo, representando desde un 80% en lactantes, hasta un 65% en la edad adulta, explicó el Dr. Iván Wilson, médico pediatra de la Policlínica “Dr. Carlos N. Brin”.

El consumo de líquidos durante el período de crecimiento y desarrollo debe aumentar con la edad; en recién nacidos y lactantes, los requerimientos de agua están total o parcialmente cubiertos por la leche materna o por sustitutos lácteos

Iván wilson , pediatra

En términos generales, el consumo de agua en niños y adolescentes varía con la edad, y se detalla de la siguiente manera:

0.6 litros a 1 litro (de 1 mes a 1 año)

De 1 litro a 1.4 litros (de 1- 3 años)

De 1.5 litros a 1.8 litros (de 4-8 años)

De 1.9 litros a 2.5 litros (niños de 9-13 años)

De 2.6 litros a 3.3 litros (niños de 14-18 años)

De 1.9 litros a 2.1 litros (niñas de 9-13 años)

De 2.2 litros a 2. 5 litros (niñas de 14-18 años)

Estas consideraciones son importantes en países como Panamá, en el cual las personas participan de muchas actividades bajo el sol, sobre todo en época de verano, como lo son paseos a parques, excursiones, días de playa, piscina, ríos, deportes al aire libre, exponiéndose a sufrir deshidratación.

Usualmente, el ser humano ante la necesidad de reponer líquidos presenta sed; sin embargo, en niños muy pequeños, los centros que regulan este mecanismo no están bien desarrollados; pueden estar por tiempo prolongado bajo el sol, sin manifestar sed y deshidratarse, si no son  precavidos.

La sudoración es el principal mecanismo de defensa que el cuerpo pone en funcionamiento contra la elevación de la temperatura corporal; se pierde agua, pero también se pierden sales minerales, como sodio y potasio, añadió el Dr. Wilson.

La deshidratación puede manifestarse desde síntomas sutiles como disminución de la actividad, fatiga, rubor en la piel, hasta signos más evidentes, como lo son resequedad de labios y lengua, llanto sin lágrimas, elevación de la temperatura corporal, disminución en la cantidad de orina, dependiendo del tiempo de exposición al sol, edad del niño y del grado de deshidratación; es por eso que se debe estar alertas ante la aparición de estos síntomas.

El grado de exposición máxima al sol, sin tomar las medidas pertinentes, puede llevar al temido «golpe de calor”, concluyó el Dr. Wilson.

Algunas medidas para prevenir la deshidratación en las personas, si van a realizar actividades o practicar deportes bajo el sol, son:

      Evitar exposición prolongada al sol

​•     Evitar realizar actividades entre las horas en que los rayos solares son más nocivos ​(10:00 a. m. a 4:00 p. m.)

•     Utilizar protección solar adecuada  para los niños (bloqueadores, gorras o sombreros de ala ancha, ropa adecuada, lentes oscuros).

•    Hidratación periódica con agua, sales de rehidratación oral, sobre todo en los más pequeños.

•      Las frutas tienen un buen aporte de agua y son atractivas para los niños.

•      Estar pendientes de los signos de deshidratación.

Nota: Jean Carlos González Remond

Imágenes: Cortesía