¿Qué es la halitosis y cómo afecta?

Socialmente, en algún momento de la vida de una persona, el mal aliento la coloca en una posición incómoda. Antiguamente, tener un aliento agradable era muestra de la “pureza del alma”.

Bien apuntó George Orwell, escritor y periodista hindú: “Puedes sentir afecto por un asesino… pero no puedes sentir afecto por un hombre cuya boca apesta”.

La halitosis o mal aliento, es el olor desagradable que sale por la boca, nariz, faringe, senos paranasales o a través del aparato digestivo de una persona, por diversos motivos: ya sea por un absceso en el diente, una gingivitis, reflujo gastroesofágico, sinusitis, infección de la garganta, consumo de alcohol, tabaco y de alimentos como  la cebolla y ajos crudos, etc.

Para la Dra. Liddy Amor, responsable del departamento de odontología de la Unidad Local de Atención Primaria en Salud (ULAPS) “Lastenia Canto Solís”, de la Caja de Seguro Social (CSS), en Capira; la halitosis no es una enfermedad, es más bien una condición que presentan muchos pacientes por diversos motivos.

Existen causas fisiológicas y sistémicas por las que una persona puede tener mal aliento.

“Estéticamente, lo primero que ve un odontólogo en la consulta, es la sonrisa, seguidamente, observa si fisiológicamente ese paciente demuestra una buena higiene bucal. Si hay halitosis, posiblemente el detonante principal sea la mala práctica en su limpieza oral”, detalla la odontóloga.

Si la persona ingiere alimentos y no se cepilla los dientes, se van acumulando bacterias dentro de la boca: en los carrillos, que es el espacio interior de las mejillas. Lengua, esta posee como una “alfombrita” llena de glándulas que detectan los sabores; entre los espacios interdentales y encías; fisuras y fosas.

Pero esto no constituye motivo de preocupación si el paciente realiza los correctivos para solucionar el problema.

Indica la Dra. Amor,  que el mal aliento debe desaparecer y no representar mayor inconveniente, si una persona cambia sus hábitos de higiene bucal, tales como:

·         Se cepilla al levantarse, ya que en horas de la noche se reduce la producción de saliva, haciéndose propicio la aparición de microorganismos que intervienen en la formación del olor sulfuroso.

·         Cepilla dientes, carrillos y lengua por lo menos 4 veces al día (después de cada comida y antes de dormir).

·         Utiliza hilo y enjuague bucal.

No obstante, hay circunstancias sistémicas que se manifiestan a través de la halitosis, porque si a pesar de  todos los  correctivos, el mal olor persiste, se deben estudiar otras causas.

Como por ejemplo:

  •  Si existe una cetoacidosis, puede aparecer con la diabetes este trastorno pone en riesgo la vida y provoca que el aliento del paciente sea afrutado.
  •  En la obstrucción intestinal el aliento puede oler a heces fecales.
  • La insuficiencia renal conlleva a que el aliento huela a amoníaco, orina o a pescado.
  • Los problemas en el hígado traen como consecuencia que el aliento se sienta acre.

Por otro lado, para prevenir la halitosis en los infantes la odontóloga aconseja que luego de cada toma de leche del bebé, la madre tome un paño o gaza limpia, humedecida, para asear la lengua del menor, de esta forma evita que aparezca la capa blanquecina que recubre la lengua, producto de los residuos de leche vieja. 

Enfatizó que la necesidad de practicar la higiene bucal desde sus inicios, de tal manera que, los infantes y los niños adquieran el hábito del cepillado y la higiene oral sus primeros años de vida.

Nota/Foto: Edda Nereida