Palabras ofrecidas por el Dr. Enrique Lau Cortés durante el acto cívico con motivo del Día del Médico
Buenos días tengan todos ustedes:
Cuando yo decidí ser médico tenía en mi cabeza una serie de pensamientos e ilusiones, pero nunca imaginé en lo que me estaba metiendo.
Aprendí de mis maestros que me enseñaron a amar al prójimo, a que mis actuaciones siempre fueran para hacer el bien, a que respetara a mis colegas, pero sobre todo a mis pacientes y sus familiares.
Con el tiempo descubrí que más que una profesión que me iba a permitir ganarme la vida, me había metido en un apostolado. El tener que levantarme en la madrugada, el pasar noches enteras sin dormir, el privar a mis hijos de mi compañía durante los hechos relevantes, incluso no pude ir a la graduación de mi hijo mayor… me perdí muchos Años Nuevos y me perdí muchas noches buenas.
Al hacer un inventario de este recorrido, y lo digo porque muchos de ustedes- sino decir todos- han vivido lo mismo, ¡No me arrepiento! si tuviera que volver a hacerlo lo hago.
No he tenido otra actividad en mi vida que me proporcione tantas satisfacciones como cuando un paciente te regala una sonrisa y un “muchas gracias, doctor”. Soy del tiempo en el que nos pagaban con gallinas, soy del tiempo en donde la palabra valía y en donde mis colegas estaban preocupados por estudiar la última revista que llegaba a la biblioteca, una vez cada tres meses. Esos tiempos han cambiado, el mundo ha cambiado y, para bien o para mal, también ha cambiado nuestra profesión.
Yo siempre he pensado que necesitamos aferrarnos a algo para mantenernos leales a nuestros valores y principios, y ese algo al cual debemos aferrarnos es el amor a la humanidad.
No concibo a un médico que no ame al prójimo, que no ame lo que hace y que no se sienta orgulloso de servirle a nuestros pacientes, a sus familiares. No recuerdo haber rechazado nunca a un paciente, por más agotado que estuviera, siempre pensaba en el esfuerzo que había tenido que hacer esa persona para trasladarse desde lo más recóndito de este país para venir a verme, con la esperanza de que yo era la solución a sus problemas.
Soy un médico a la antigua, y tal vez sea pasado de moda; no obstante, invito a todos mis colegas a retomar los valores y principios que los hicieron abrazar esta profesión y que no pongamos nada primero que nuestros pacientes y sus familiares.
El día de hoy me hubiera gustado que estuvieran todos los médicos, lo que hemos hecho con esta muestra significativa, también es para ustedes.
Porque si hay algo de lo que me tengo que sentir contento por esta travesía por los mares tempestuosos de la administración pública, es que tuve un equipo buenísimo de colaboradores y particularmente de nuestros médicos.
Un aplauso a todos.
Foto: Daniel Robles