Debilidad masculina: Fobia a las agujas
-¡Espérese, espérese, esperésee!- le gritaba asustado un joven de 21 años a miss María Samaniego, minutos antes de colocarse la vacuna contra el COVID-19.
-¿Qué voy a esperar? -le responde Samaniego-
-¿Qué te pasa? ¿Estás estresado?… relájate y respira profundo…- le decía la enfermera, con voz pausada, para calmarlo. Pasaron los segundos y la miss logró aplicarle la dosis intramuscular de la vacuna Pfizer al paciente sin que lo notara.
-¿Te das cuenta, ni dolió verdad?- le insistía la dama de blanco que labora en el hospital Hogar de la Esperanza, en Veracruz, mientras desechaba la aguja de 1y 1/2 que utilizó para la vacuna.
Este caso es uno de los tantos que comparte Samaniego, que se ha encontrado en 33 años de servicio, pero con marcada insistencia en las jornadas de vacunación que lleva adelante la Caja de Seguro Social (CSS), para inmunizar a la población contra el virus, que en Panamá ha causado la muerte de más 6800 personas.
Dice que la fobia es evidente en hombres, y abismal, si se compara con las mujeres. ‘Gritan, simplemente gritan, se ponen débiles, les da escalofríos, empiezan a sudar, no los hemos vacunado y aprietan los músculos, debemos decirle que se relajen’. Las vivencias son muchas y hasta chistosas porque quieren salir huyendo a una aguja que no causa ningún dolor, destaca.
Al comentario, Luis Quiñones, de 45 años, asintió- ‘uno se asusta por cosas sencillas’. El pasado 30 de julio, Luis emocionalmente regresó a su infancia. Ese día se colocó la vacuna contra el COVID-19, en Westland Mall y antes de que la dosis entrara a su cuerpo estaba frío, su rostro tan rojo como un tomate y su nivel de nerviosismo saltaba a la vista.
‘A penas que venía entrando se me iba acelerando el corazón. Cuando ya me senté no sabía ni qué hacer. Gracias a Dios que la enfermera me conversó, sino me pongo más nervioso. Estaba muy tenso’, relató mientras esperara el tiempo reglamentario en el área post vacuna.
El susto de Luis no tiene explicación científica, pero aduce que se debe en parte a los recuerdos de niñez cuando le colocaban las vacunas del esquema de vacunación: ‘muchas veces hasta mancado quedaba, quizás la mano de la enfermera influye; ahora, solo imaginar el frío de la aguja, basta para ponerme tenso’.
Según reportes de Enfermería existen tres tipos de agujas para suministrar dosis que son por la vía subcutánea, intradérmica e intramuscular.
Explicación científica
Sobre el temor o fobia a las agujas, la Lcda. Lesbia Chávez, especialista en psicología de la Policlínica “Dr. Santiago Barraza”, en La Chorrera, dice que la razón pudiera estar relacionada con que ‘psicobiológicamente o psiconeurológicamente el hombre no está mayormente estructurado para la tolerancia al dolor como la mujer, que es la encargada de procrear y dar a luz con el dolor físico y psicológico que ello implica’.
Otro factor determinante o explicativo es que ‘los hombres, tal vez, sufren más intensamente una «ansiedad anticipada» al solo pensar en la aguja y el pinchazo’.
Los factores culturales también inciden en el comportamiento, agrega la Lcda. Chávez, porque ‘desde muy pequeño se le enseña al hombre a reprimir sus emociones con eso de que «usted es hombre, tiene que aguantar y ser valiente, nada de miedo ni lágrimas”, Y claro en etapa adulta les cuesta manejar sus emociones’.
Ante este tipo de comportamiento dice la especialista ‘hay que educar y alentar’ de modo que no influya en el proceso que se desarrolla de inmunizar a la población contra la COVID-19.
Nota de prensa: Gilberto Soto
Fotos: Armando Acevedo / Javier Barrera